julio 22, 2010

Ideología

La semana pasada contraje el compromiso de poner en la mesa de debates estrategias de emancipación en este tiempo de comercio globalizado sin escrúpulos. Es un compromiso de difícil cumplimiento. La dificultad menor está en enumerar esas estrategias. Las complicaciones empiezan a la hora de justificarlas. Enseguida está el problema de hacerlo brevemente, en el espacio de una entrada de blog. Y, para colmo, demostrar que eso tiene interés directo para los fans del rock. Por este último aspecto quiero comenzar.

Muchos anuncios comienzan con la frase “¿se siente deprimido/agotado/sin energía/estresado?” y luego ofrecen resolverle eso con pastillas/tés/máquinas/sonidos, o sea, con mercancías. Añaden que ningún producto de la competencia funciona. Si solo uno de los anunciantes dijera eso de sus competidores, entonces no habría contradicción y la única manera de saber si es cierto sería investigar empíricamente. Pero, cuando todos dicen lo mismo, la mayoría, o todos, deben estar mintiendo. Porque, por definición, los juicios que se contradicen no pueden ser todos verdaderos. Pero, en cambio, por definición, todos pueden ser falsos. Y entonces se ve que el negocio no sólo de la mayoría, sino, seguramente de todos estos anunciantes nada tiene que ver con la verdad. Lo que hacen tiene que ver con la ganancia sin escrúpulos.

Aunque todo eso es bastante obvio, es necesario decirlo para avanzar hacia cuestiones menos autoevidentes. Por ejemplo, la contradicción de que los agentes que ofrecen curaciones a los males comunes sean los mismos causantes de esos males. Son múltiples los mecanismos en que sucede este proceso de causación: la mentira que se vuelve costumbre social, la cosificación de lo imponderable, esto es, de lo cualitativo (la amistad, la paternidad, las emociones) y, sobre todo, el ejercicio abusivo del poder.

En el examen de esos mecanismos se está ya de lleno en el terreno de la ideología. No es que todo sea ideología. Si todo fuera ideología, el mismo término ideología dejaría de tener significado. Los signos y conceptos con los que pensamos obtienen su sentido del hecho de poder diferenciarlos y contrastarlos con otros signos y conceptos. Es necesario que exista lo no ideológico para que lo ideológico tenga sentido. Por ejemplo: que yo prefiera una marca de cerveza o cigarros en sí no tiene nada de ideológico. Pero, si justifico mi preferencia diciendo que compro esa marca porque es nacional y así quiero apoyar la economía nacional, entonces mi comportamiento es ideológico.

La ideología está presente cuando coinciden las ideas y creencias con las luchas de poder socialmente significativas. Es decir, un pleito marital, por mucho que represente in vivo la batalla de poder de los sexos, no es ideológico por sí mismo. Lo sería si la manzana de la discordia fuera el tema socialmente significativo de las decisiones de la Suprema Corte o la militancia en un partido político.

¿Qué tan ideológico es el rock? Por supuesto, la música es un asunto público y uno muy importante. Además, con frecuencia es punto de coincidencia de fuerzas sociales opuestas. Recordemos el infame enfrentamiento entre Dee Snider y Tipper Gore.

El rock es ideológico y seguiría siéndolo aunque intentara negarlo. Entonces, responder sobre la naturaleza ideológica del rock no es lo más importante, sino tomar conciencia plena de ello, hasta donde eso sea posible y actuar en consecuencia.

***

Aún queda mucho que decir de estos temas. Todavía falta hablar de estrategias emancipatorias. Pero, ahora voy a tratarlos con un poco más de diferimiento, con la intercalación de otros temas más breves.

3 comentarios:

  1. las necesidades matan los ideales, desgraciadamente esto pasa hasta en el rock, el chiste es mantenerse, y ser de causas,de acciones, la propuesta sería el retar al sistema una y otra vez, participando en contra de la opresión no nada más mediante la expresión de nuestra música, si no como sociedad rebelde que somos, utilizando todos los medios posibles, desde una manifestación cultural, una marcha, un medio de comunicación, etc, hasta la conformación oficial de nuestra comunidad rockera ante la sociedad, la cual podría empezar a exigir resultados desde su propia trinchera.

    Ese es mi humilde comentario como la vez maestro..

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  2. Estoy de acuerdo. Aunque hay algunos asegunes de los que quiero hablar más adelante en próximos posts. Hay que analizar la rebeldía a profundidad. Lo que tiene de positivo tratar de pensar con precisión la rebeldía es que eso la sitúa en equilibrio. Ni falsa rebeldía, que sería actuar como preadolescentes presumiendo su primer vello púbico, ni rebeldía ilusa, incapaz de pasar a la acción cuando haga falta, sino rebeldía genuina: una combinación dinámica adecuada de razón y pasión.

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  3. De acuerdo con Pepe, porque se corre el riesgo de hacer el grupo de los que no quieren grupo, no se puede una rebeldía a todo porque después se tendría que rebelarse también a esa misma forma de pensar.

    Es obvio que el rock se vuelve ideológico al no hablar solo de "Te extraño, te odio, te quiero, te necesito... etc... etc..." como algunos géneros de música del norte del país (y en muchos más). Creo que el poder del rock por ser un cambio social se ha dado desde los inicios del mismo, empezando como música de negros + country de blancos su idealización fue una negación al común que existía en la época y así ha sido desde siempre, por ciclos.

    - Ahorita que dije eso de las rolas de te quiero y necesito... me imaginé al Elizalde cantando: "Society" de Eddie Vedder en banda y como que no va... jajaja... aunque he escuchado a unos farafaras tocando a Pink Floyd, todo se puede esperar.

    "Cuando tienes todo lo que necesitas crees que necesitas más... hasta que no lo tengas todo no serás libre... se las voy a poner en el siguiente post" (cantar también esta última frase pa' que se oiga chido)

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