agosto 10, 2010

Pancho Villa x II


Pancho Villa ha inspirado, y seguirá haciéndolo, la redacción de millones de cuartillas. Solamente sus biografías se cuentan por docenas. Desde las que tratan de abarcar todo el tiempo de su vida hasta las que se concentran en acontecimientos o temas específicos. Desde las académicas hasta las noveladas. Yo he leído solamente dos: Pancho Villa de Friedrich Katz y, mismo título pero con subtitulillo, Pancho Villa: una biografía narrativa de Paco Ignacio Taibo II —cuyo número romano al final debe leerse “segundo”, aunque la gente sigue insistiendo en que se lee “dos”, pero, uno no anda por ahí diciendo Juan Pablo Dos ni Enrique Ocho. La ventaja es que esas son actualmente las dos más celebradas. Taibo, cuyo libro en orden cronológico es posterior al de Katz, dice del libro de Katz: “lo más cercano posible a una Biblia del villismo… es un libro monumental”. Pero, Taibo no se queda atrás. La diferencia: Katz es académico y hace análisis sociológicos, económicos y políticos; Taibo se concentra en la figura, el héroe, la vida de Pancho Villa. Brevemente: Katz habla de villismo, Taibo habla de Villa.


Si me preguntan cuál está mejor diré que los dos. Son complementarios. Aunque pienso que es mejor leer primero el de Katz tan sólo porque él comienza analizando el Porfiriato, dando pormenores de la situación chihuahuense durante el gobierno de Terrazas y de Creel, así el lector se contextualiza mejor, mientras que Taibo, tan interesado en la vida de Villa, de esa época previa a la Revolución sólo habla en relación a esa figura central —lo cual no es muy interesante ya que fue la época de bandolero de Villa.

Aunque estoy interesado en comparar esos libros, estoy más interesado en compartir las enseñanzas más profunda que extraje de ellos. Primero, sobre la Revolución Mexicana en sí. Todas las revoluciones más importantes de la historia han sido literarias. En el sentido de que, sin importar su trascendencia histórica, todas tienen el drama necesario para ser dignas de escribirse y leerse. Pero, la Revolución Mexicana es la más literaria de todas. Tiene tantos personajes complejos creando tantas situaciones complejas que ni las tramas ficticias más enrevesadas pueden igualar. Sí, estoy diciendo que, desde el puno de vista del drama, leer sobre la Revolución Mexicana es más interesante que las sagas del Señor de los Anillos, Harry Potter y la Guerra de las Galaxias juntas, incluso mejor que los Cien Años de Soledad de García Márquez o el Ulises de Joyce. Hubo antítesis interpersonales: Rodolfo Fierro y Felipe Ángeles, por ejemplo. Pero, también hubo antítesis intrapersonales, es decir, contradicciones dentro de un mismo individuo: Madero, bondadoso y valiente, pero temeroso del pueblo; Pascual Orozco, que ni él mismo se entendía. Pero, sobre todo, Villa.

Pancho Villa, con todo su valor, machismo, si así se prefiere llamarlo, era un sentimental. Lloró ante la tumba de Madero, lloró cuando lo iban a fusilar, lloró cuando vio a los niños de la calle en Ciudad de México, lloraba de escuchar a los pobres narrar sus miserias. Y los narradores de biografías no hacen sino extrapolar más los extremos del espectro moral y emocional entre los que se desplazaba la mente de Pancho Villa. Unos crearon la leyenda negra, otros la leyenda heroica y, así, leyendas de todos colores.

Volviendo a Katz y Taibo, lo interesante de sus obras es que no se adhieren a ninguna leyenda y tratan de tener rigor histórico y centrarse es los hechos. Eso lo logran hasta donde sus condicionamientos intelectuales inconscientes se los permiten. Katz, por ejemplo, de vez en cuando tiene sus deslices agringados. Dos muestras: (1) es de los que ven a Villa como el imbécil arrogante que por no escuchar a Ángeles, el hombre noble y hábil estratega, perdió las batallas contra Obregón cuando la realidad es que las causas de la derrota ante Obregón fueron mucho más complicada que eso, y (2) está presto a darle crédito a unas partes de la leyenda negra, por ejemplo, la violación de las mujeres de Namiquipa, cosa que es muy poco probable que haya sucedido.

Este último pasaje Katz lo narra así:

Quería ejecutar a los miembros de la “defensa social”, es decir la guardia local creada en Namiquipa bajo los auspicios de Pershing, pero cuando los integrantes se enteraron de que los villistas se acercaban, huyeron a las montañas. Villa entonces reunió a sus mujeres y dejó que sus soldados las violaran.

En cambio, Taibo dice:

…fue hacia Namiquipa, quería darle una lección a un pueblo que había pensado le era fiel y donde habían proliferado las defensas sociales… La actitud del jefe se transmitió a sus subordinados y los más salvajes, Carmen Delgado y Baudelio Uribe, ordenaron que se concentraran las mujeres en una casa e incendiaron otras casas vacías… Villa ordenó más tarde que soltaran a las mujeres y encargó su custodia al coronel Belisario Ruiz para que no hubiera violaciones. Detuvo a Carmen y Baudelio por los desmanes cometidos y los metió en un cuarto con centinela de vista. Luego los autores de la leyenda negra villista dirán que esas mujeres fueron incendiadas vivas.

Pero, esas son pequeñas excepciones en el libro de Katz. En general es una obra monumental. Taibo, quien aparte de biógrafo es escritor de novelas de detectives, a veces tiene sus deslices de sarcasmo. En general, su libro también es una obra maestra.

Para no hacer muy largo este post, mi opinión sobre Villa la dejo para el futuro. Sirve que entonces mencionaré las dos veces que Villa estuvo en Madera.

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